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Pere Fernández y los Siglos de Oro

El Siglo de Oro o, mejor dicho, los Siglos de Oro de la cultura española han sido, dentro de la estructura de la evolución histórica del arte, una de las principales línea de investigación que a lo largo de nuestra trayectoria  se ha plasmado tanto en publicaciones del campo de las narrativas biográficas, como la dedicada a Velàzquez, como  en narrativas epocales. Al respecto hay que tener en cuenta que esos siglos, el XVI y el XVII,  contituyen el núcleo  del encuentro de Europa con la tierras y civilizaciones que bajo el punto de vista eurocéntrico se podrían considerar occidentales y orientales, las americanas y las asiáticas, en definitiva, y también la época del nacimiento del Estado moderno, un Estado en perpetua guerra  cuyas gentes gustaban tanto del ocio, la fiesta y  lo mundano como temían por la condena de su alma. La época en la que a la pureza de la razón geométrica  le  sucedió la exaltación de lo exuberante, pero también la de la sonora y estallante quietud. La época en la que el centro religioso y cultural de Europa  se sitúa en Roma, la ciudad a la que viajaron los principales arquitectos, escultores y pintores que querían alcanzar la fama como pretendían los llegados de tierras hispánicas,  desde Alonso Berruguete hasta el citado Velázquez pasando por la temprana y  singular figura de Pere Fernández y la compleja  y variante  de El Greco. Nos ha interesado estudiar el ambito creativo de esos artistas en cierto – y diverso, evidentemente- grado nómadas que,   sin abandonar el orden renacentista  espejado en la autoridad canónica de la Antigüedad y sobre la rebelión subjetiva y expresionista del Manierismo, quedaron inmersos en el espíritu religioso contrarreformista encaminado a  exaltar los sentimientos de las gentes con envolventes y dinámicos espacios arquitectónicos, delirantes y sensuales formas, luces y materiales,  y naturalistas a la vez que visionarias imágenes que alcanzaron en convertir la madera tallada y policromada en “carne de lo divino”. 

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