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«Algunos aspectos de lo literario en la obra de Marcel Duchamp»

Lecturas de historia del arte. Vitoria: Ephialte Instituto de Estudios Iconográficos, 2, 1990, págs. 177-186.

El arte de Duchamp no tiene, por tanto, la función de crear belleza, sino la de producir conocimiento a través de las múltiples experiencias de lo real. Y ello hace que su obra se situe entre los límites siempre conflictivos de definir del arte, la ciencia y la filosofía, que traze caminos entre ellos que los utilice para su finalidad de conocimiento. Y al espectador a veces se le hace difícil de discernir lo que hay de arte, de ciencia o de filosofía en una obra de Duchamp, ya que se halla o puede hallar según sea su capacidad de percepción y de reflexión diferencias y similitudes entre estos tres elementos del conocimiento y de la creación humana. Intentar desbrozar estas relaciones es tarea fascinante que nos llevaría por largos e intrincados caminos que están fuera de las pretensiones de esta ponencia; piénsese, sin embargo, solo en el problema del espacio y de la perspectiva, en el de su concepción y en el de su plasmación y expresión en la obra de Duchamp, y se comprenderá el interés de su estudio. Pero como hemos dicho, esto queda fuera de nuestro alcance; lo que nos preocupa destacar es que Duchamp en ese intento de caminar en los límites de distintas parcelas del conocimiento utiliza estructuras lógicas que le sirven a él, y tambíen al espectador, como base, como guía y en ocasiones como definición; entre estas estructuras lógicas que patentizan la racionalidad y el juego con la misma intensidad de su discurso creativo se halla sin duda el lenguaje y, en su caso, lo literario: "Lo literario, a fin de cuentas -afirma Duchamp en una carta dirigida al ensayista Jean Suquet autor de le Miroir de la Mariée- el vidrio no está hecho para que lo miren (con ojos "estéticos"); debía de ir acompañado de un texto de literatura lo más amorfo posible que jamás cobró forma; y ambos elementos, vidrio para la vista, texto para el oído y el entendimiento debían completarse y, sobre todo impedirse mutuamente la posibilidad de cobrar una forma estético-plástica o literaria". Al respecto, sin embargo, hay que tener en cuenta una cuestión importante: que si Duchamp no quiso hacer en su etapa de madurez un arte-estético o un arte bello, tampoco pretendió nunca ejercer de artista-escritor o de hacer lo que se podría llamar literatura-literaria. Ya lo afirmaba Duchamp en el fragmento de carta citado: hay que impedir que las obras cobren -linealmente añadiríamos nosotros- una forma estético-plástica y literaria y no hay tampoco que ver en Duchamp a figura del pintor que escribe y que particularmente escribe de arte, como lo han hecho, entre otros muchos en nuestro siglo, Kandinsky y Klee. La voluntad de Duchamp de utilizar creativamente imágenes plásticas e imágenes literarias no debe de considerarse en el aspecto de añadir o complementar lo uno con lo otro, o entender lo literario como explicación de lo plástico. Bien al contrario, los textos de Duchamp se deben considerar como parte integrante y, como tal, inseparable de la vertiente plástica de su obra […]. ( Joan Sureda, de «Algunos aspectos de lo literario en la obra de Marcel Duchamp»).

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