Libro del año 1987. Barcelona: Salvat Editores, 1987. págs.179-181.
El pasado y los testimonios materiales que nos ha dejado la historia siempre inspiran un respeto reverencial; cada uno de nosotros y, en conjunto, la sociedad, los reconoce de una manera condicionada por numerosas circunstancias, seguramente en modo alguno acorde con la verdadera. ¿Quién no se horrorizaría si contemplase el Partenón pintado de azules, rojos y amarillos, tal cual era en el siglo V a. de J.C.? ¿Quién admiraría la Venus de Milo con sus brazos originales y con sus carnes y vestimentas policromadas? No cabe duda que el tiempo recrea el arte, al igual que lo hacen los ojos humanos. Por ello, querer retornar un objeto a su estado original despierta indefectiblemente opiniones encontradas, encendidos elogios y duras críticas. Si hace unos añosfue la restauración de la genial obra de Velázquez,Las Meninas, la que levantó polémica, en 1987 ha sido la limpieza de los murales que Miguel Angel pintó para la Capilla Sixtina la que ha enfrentado de manera irreconciliable a restauradores, historiadores, entendidos o simples amantes del arte; unos opinan que se ha descubierto al verdadero Miguel Angel, otros, que se ha matado al gran pintor del Renacimiento. Minuciosa y seguida por toda clase de Medios técnicos que registran cada uno de los instantes de la limpieza[ …] el procedimiento es simple. Sobre el fresco se aplica durante tres minutos un disolvente a base de sales minerales; se deja en reposo 24 horas, al cabo de las cuales se limpia con agua destilada la superficie afectada. El resultado es sorprendente: los colores ladrillo y gris que constituían las figuras, la monocromía marmórea que hacía pensar que Miguel Angel era ante todo escultor, desaparecen y dan paso a un cromatismo alegre y, a la vez, ácido, formado por rosados brillantes, anaranjados vivos, verdes transparentes, retantes violetas y azules y rojos que convierten las tinieblas cromáticas, tan alabadas por los románticos, en un prodigio de luminosidad […] Tienen razón los detractores de la limpieza, encabezados por el profesor James Beck, de la Columbia University, Cuando afirman que se está dando muerte al Miguel Angel -que conocíamos-. a aquel que hacía afirmar a los críticos que su soberbio dibujo compensaba la pobreza de su color; en lo que seguramente no están en lo cierto es en que la actual limpieza borre el color original pensado por Miguel Angel; los cuidadosos análisis científicos a que está sometido el proceso en cada momento de su realización lo desmienten por completo. El respeto a la pintura original está asegurado. Pero en ocasiones encontrar la verdad duele y es incluso amargo comprobar cómo el velo del misterio y de la penumbra en que adivinábamos, más que veíamos, las pinturas de la Capilla Sixtina cae ante el brillo de los colores, ante una orquestación inaudita de tonalidades, ante una pintura colorista que convierte, si aún no lo sabíamos, a Miguel Angel en uno de los grandes precursores del manierismo. Aunque sólo fuese por ello. la limpieza de los murales merecería la pena[…]. ( Joan Sureda, de «Encontrar al vedadero MIguel Ángel»).