Catalunya genio a genio. Del siglo XI al siglo XXI. Barcelona: El Mundo de Catalunya-Lunwerg, 1995, págs. 65-80.
¿Quién pintó el santo caballero, la tímida princesa, el bajito caballero de la orden de la jarra y la orgullosa dama de la orden del Pilar ? ¿Dónde los pintó? ¿Para quién lo hizo? Quien lo hiciese, ¿pintó las tablas para algún miembro, caballero o dama, de la familia de los Cabrera, cuyo escudo heráldico aparece, sobre hermoso brocado en oro, en el reverso de la tabla del santo de Capadocia y la princesa? Fuese el pintor que fuese, ¿Qué pintó? ¿Pintó una tabla? ¿Pintó tres tablas? ¿Pintó un tríptico? ¿Pintó un retablo? ¿Pintó un políptico? Fuese el que fuese el pintor que lo pintase ¿Cuándo lo pintó? ¿Antes de 1448, hacia 1460, hacia 1470? No podemos dar respuesta aquí a ninguno de estos interrogantes: lo hemos intentado en otras ocasiones y aun así la tabla del San Jorge continúa siendo un misterio. Tan sólo pretendemos que el lector alcance a ver en ese guerrero y en esa doncella el ambiente cultural de una época que se debate entre el último aliento caballeresco de la Edad Media y la bocanada de aire fresco que supusieron las crisis religiosas del Renacimiento. Antes que nada, recordar que san Jorge de Capadocia fue un oficial de la legión romana que salvó a la hija de un rey de ser devorada por un dragón. Tras la hazaña, el rey repartió sus bienes entre los pobres y acabó su vida sufriendo numerosos tormentos. San Jorge, símbolo del triunfo de la cristiandad sobre la idolatría y de la redención de la humanidad, adquirió gran predicamento en Italia (Génova, Ferrara, Venecia), en Europa central y en Inglaterra, donde en 1222 el sínodo de Oxford lo convirtió en santo nacional. En Catalunya, su culto se asentó a lo largo de los siglos X y XI y ya el abad Oliba le consagró un altar en el monasterio de Ripoll. Con todo y con eso, se recluyó en los círculos cortesanos hasta el siglo XV, época en que la festividad de san Jorge empezó a considerarse fiesta solemne […]. ( Joan Sureda, de «Jaume Huguet»).