Matèria. Revista internacional d’art, 3. Universitat de Barcelona. 2003, págs. 189-214.
Miseria y dignidad de la condición humana. En esta vuelta a un estadio incorrupto e incluso arcádico de la humanidad el ser humano investido de toda su dignidad desempeñó un papel fundamental. Un ser humano libre y responsable de sus acciones que había de ser reconocido y honrado como «magnum miraculum» («gran milagro» o «gran mmaravilla»), como explica Hermes Trismegisto a Asclepio: «E I hombre es […] un gran milagro, un ser vivo digno de veneración y honor, un ser que muda a la naturaleza de un dios como si realmente lo fuera, un ser que se entiende con el género de los demonios, conocedor de que su naturaleza es congénita a la suya, un ser que desprecia su componente de mera naturaleza humana fiado en el carácter divino de su otra parte. ¡Oh cuán felicísima es la naturaleza compuesta del Hombre! […] Cultiva la tierra, se mezcla con los elementos gracias a la agilidad de su mente y desciende a las profundidades con la penetración de su espíritu. Todo le está permitido, ni siquiera el cielo le parece lejano porque lo mide desde muy cerca gracias a su ingenio […], Es a un tiempo todas las cosas y está a la vez en todas partes». EI enaltecimiento de la dignidad del ser humano presente en el Asclepio fue frecuente en el mundo clásico y también en la Antigüedad tardía. El hombre era considerado un microcosmos y el pensamiento se centraba en él. Pero, aunque el neoplatonismo cristiano, como el de san Agustín, continuó afirmando una dignidad humana que residía en el hecho de que […].( Joan Sureda, de « MAGNUM MIRACULUM EST HOMO. Sobre la dignidad del hombre –y de la mujer- y el arte del Renacimiento»).