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Arte y Cultura en torno a 1492

Exposición Universal, Cartuja de Santa María de las Cuevas, 18 mayo- 18 setiembre, Sevilla 1992 Cat. Sevilla: EXPO´92/Electa. Joan Sureda, dirección científica y museográfica de la exposición y catálogo.

«Arte y cultura en torno a 1492: la exposición», págs. 17-19; «Europa en torno a 1492», págs. 22-33; «Andrea di Francesco di Cione llamado Il Verrocchio, Retrato de Escipión», págs. 76-77, cat. núm. 1; «Lorenzo da Mugiano , Luis XII rey de Francia» pág. 132, cat. núm. 44; «Bonifacio de’Pitati llamado Bonifacio Veronese, El padre Eterno y la plaza de San Marcos», págs. 144-145, cat. núm. 60; «Andrea Della Robbia, Medallón con las armas reales portuguesas» pág. 148, cat. núm. 62; «Pierre Bontemps, Busto de Guillaume Froelich» pág. 169, cat. núm. 86; «Melozzo degli Ambrosi llamado Melozzo da Forlì, Ángel tocando un laúd» pág. 189, cat. núm. 106; «Jan Sanders van Hemessen, San Jerónimo» pág. 192, cat. núm. 108; «Marco Palmezzano, San Jerónimo» pág. 193, cat. núm. 109; «Sebastiano Luciani llamado Sebastiano del Piombo, San Sinibaldo y San Luis de Toulouse» págs. 195-196, cat. núm. 112-113; «Giovanni Battista di Jacopo llamado Il Rosso Fiorentino, Sepulcro de Alberto Pío de Saboya, conde de Carpi» pág. 206, cat. núm. 123; «Raffaello Sanzio, Eusebio resucitando a tres muertos» pág. 210, cat. núm. 129; «Atribuida a Cristovao de Figuereido, Cristo entre los doctores» pág. 248, cat. núm. 167; «Pedro Fernández, Adoración de los pastores», pág. 250, cat. núm. 169; «Giovanni Bellini y colaboradores, Anunciación» pág. 251, cat. núm. 170; «Ludovico Mazzolino, Circuncisión» pág. 252, cat. núm. 171; «Cesare da Cesto, Virgen con el Niño, santa Isabel, san Juan y san Miguel (Virgen de las balanzas)» pág. 254, cat. núm. 173; «Pedro Berruguete, Virgen con el Niño» pág. 257, cat. núm. 176; «Escuela de Cristo, Historias de la Pasión de Cristo» pág. 261, cat. núm. 180; «Jaume Huguet, San Miguel arcángel» pág. 268, cat. núm. 186; «Giulio Romano, Nicola Karcher, Juego de amorcillos» pág. 273, cat. núm. 190; «Portapaz», págs. 284, cat. núm. 202; «Cáliz», pág. 284, cat. núm. 203; «Bartolomeo Montagna, San Pedro bendicente y donante» pág. 326, cat. núm. 259; «Anónimo, escuela florentina, Virgen con el Niño y ángeles» pág. 338, cat. núm. 275; «Stephan Lochner, Presentación de Jesús en el templo y Estigmatización de san Francisco» pág. 374, cat. núm. 322; Sureda, J.; Cervera, I., «Bibliografía general», págs. 392-408. .......................................................................................................................................................... "Como creyeron, solos, lo increíble sucedió: que los límites del sueño traspasaron, y el mar, y el imposible... Capitanes de ensueño y de quimera, rompiendo para siempre el horizonte persiguieron al sol en su carrera ... Y el mar, alzado hasta los cielos, monte es, ... sólo digno cantor de sus hazañas[…] Con sus versos, el poeta sevillano Manuel Machado 1874-1947) arrebató al mar su privilegio de cantar las gestas de aquellos hombres que a finales del siglo XV llegaron con tres carabelas a unas tierras, las americanas, como las llamó Martín Waldseemüller en su Cosmographiae introductio (1507), que desde siempre, el "siemp re" de la memoria humana, estaban descubiertas por estar vividas. Es cierto que el jueves 11 de octubre de 1492, Cristóbal Colón, el almirante, virrey y gobernador de todas las tierras que conquistase para la Corona de Castilla, navegaba por un mar océano tempestuoso; es cierto que en aquel día de otoño, los pájaros que revoloteaban sobre las naves y las cañas, hierbas y ramas que flotaban en las aguas, devolvieron la esperanza a unos hombres que, supieran o no qué buscaban, habían dejado de creer en lo creíble; es cierto también que al día siguiente, el 12 de octubre, el ensueño y la quimera, tanto como los intereses, pisaron tierra firme. Pero quienes en verdad descubrieron una nueva realidad, quienes forjaron un nuevo concepto del mundo no lo hicieron con naves, sino con el pensamiento, Toscanelli, Cusano, Ficino, Maquiavelo, Erasmo, Moro, Nebrija, Ariosto, Durero, Leonardo da Vinci, Gaffurio y tantos otros abandonaron en el transcurrir del tiempo el lastre de la otoñal y cansina Edad Media y en su andar abrieron camino hacia un infinito que sólo el hombre con su miedo a lo desconocido convirtió en horizonte. Seguramente, 1492 fue un año más para Europa, pero no es un año que se haya inventado cinco siglos después. Aunque los europeos de 1492 no percibiesen que la historia estaba dando un importante giro, eran ellos los que la hacían girar. Y giraba tanto cuando la reina Isabel de Castilla derrocaba, al iniciarse el año, el bastión árabe de Granada, como cuando la tiara papal ceñía la cabeza del valenciano Rodrigo de Borja; giraba tanto cuando los judíos eran obligados a dar la última vuelta de llave a su casa del cristiano suelo hispánico, como cuando la vida abandonaba en la Florencia de los banqueros y artistas el cuerpo aún joven de Lorenzo de Medici. ¿Cuál era la Europa que empezaba a vivir con la muerte de Lorenzo de Medici? ¿Cuál era la Europa que el nuevo Zeus del humanismo había raptado de las playas medievales para amarla bajo los frutos de la modernidad? Si la cera de las alas de un nuevo Ícaro no se hubiese derretido, éste, en su vuelo hacia el Sol, habría podido ver un mundo esférico, como el que Martín Behaím imaginó en su estudio de Nüremberg yen él, Europa, como una mancha de tierra, ni más ni menos importante que las demás del globo terráqueo. Sin embargo, la cera se derritió y al precipitarse al mar, el imprudente Ícaro confundiría, sin duda, Europa con el intrincado laberinto que construyó su padre Dédalo. Desde que el cristianismo empezó a anidar en los territorios de la antigua Roma y en aquellos otros que se creyeron bárbaros, Europa se configuró como un corpus christianum guiado por dos espadas: la del Papa y la del Emperador. Pero el gobierno de las dos espadas nunca fue real, y si no lo fue en la Edad Media, menos en el siglo XV, en el que el solar europeo estalló en mil pedazos de poder político. Tan utópica como Amaurota, capital de la isla en forma de media luna que Tomás Moro llamó Utopía, es la escena que muestra una miniatura de un libro de oraciones, fechado en 1493, hoy en la British Library de Londres. El anónimo pintor, antes de que lo hiciera el humanista Erasmo de Rotterdam en su Enchiridion Militis Christiani (1503-1504), imaginó la armonía del corpus christianum: la comunión de los gobernantes europeos ante san Jorge. De rodillas están Carlos III, rey de Francia; el emperador Federico III de Habsburgo; Fernando el Católico, rey de Aragón; Enrique Ill de Inglaterra y Felipe el Hermoso de Borgoña […] , (Joan Sureda, de «Europa en torno a 1492»).

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