Barcelona: Planeta, 1995. (Buendía,R. Sureda,J.)
«[Prólogo]», págs. 7-8; «El espíritu del arte renacentista (1)», págs. 129-168; «Las imágenes del espíritu renacentista», págs. 169-407; «El espíritu del arte renacentista (2)», págs. 409-443; «Formas, materiales y tipologías del Renacimiento», págs. 445-468; «Los hechos de la época renacentista», págs. 469-506; «Los lugares del Renacimiento», págs. 507-515. .................................................................................................................................................................... Quanta fuerit (Emporiae) ostendut ruine ac vestigia collapsae urbis... exclama ante las ruinas de la antigua Emporium Joan Margarit i Pau. El que fuera servidor de Alfonso el Magnánimo en su corte napolitana , obispo de Elna y Girona , cardenal de Santa Lucia in Silice, hombre de letras, coleccionista de manuscritos, escritor en latín de un espejo de principes dirigido a Fernando el Católico, Corona Regum , y de una historia de la España Antigua, Paralipomenon Hispaniae libri decem, vivió a la largo del siglo XV a caballo entre tierras hispánicas, en cuya Girona nació en 1422, y lugares italianos, y murió en la Roma de Sixto IV( 1484). Su talante de humanista es ejemplar , pero no único, en los reinos hispánicos de la época cuyas gentes ya desde el mundo clásico se habían tenido por un tanto rudas y alejadas de les sutilidades del pensamiento: «Los hombres de esta nación- comenta el florentino Francesco Guicciardini en su Relazione di Spagna, escrita entre 1512 y 1513 durante su estancia en nuestras tierras como embajador- son sombríos y de tez adusta; de color moreno y de pequeña estatura; soberbios por naturaleza...se tienen por hombres sutiles y astutos, aunque no sobresalen en ningún arte mecánica o liberal. Casi todos los artefactos que están en la corte del rey son franceses y de otras naciones». Aquel cuyos escritos, sobre todo su Storia d’ Italia , fueron considerados por sus contemporaneos como las obras más importantes salidas de una mente italiana, habla de una provincia, España, dividida en tres reinos principales, Aragón , Castilla y Portugal y uno menor, el de Navarra […] una provincia poco poblada, con hermosas ciudades, como Barcelona, Zaragoza, Valencia, Granada y Sevilla, pero escasas en «un reino tan grande y un tan gran país». Describe un territorio asolado por una gran pobreza, no tanto «por la naturaleza de la tierra como porque [los labradores] no quieren entregarse a cultivarla, unas gentes que no se entregan a la mercadería, que consideran desdoro, pues todos tienen en la cabeza humos de hidalgo¬, unos hombres que no son dados a las letras y entre los que ni tan siquiera entre aquellos que pertenecen a la nobleza o a otros estamentos se halla conocimiento o noticia alguna, o muy pequeño o en muy pocos, de la lengua latina.» El florentino consejero de papas y príncipes ve la España que se adentra en el siglo XVI seguramente con ojos acostumbrados a pasear su mirada por las arquitecturas de Brunelleschi y Alberti , a reposarla en los relieves de Donatello, a fijarla en los textos de Platón o en aquellos en vulgar de Petrarca, unos ojos en definitiva, formados y a la vez deformados por más de un siglo de pensamiento renacentista[…]. ( Joan Sureda, del Prólogo).