Eva March y Carme Narváez(eds). Barcelona: UBE/Acaf-ART.LLibres. 19 desembre 2019.
Adela Laborda; Montserrat Pagès i Paretas, Rocío Sánchez Ameijeiras, Emma Liaño Martínez, Francec Quílez, Ximo Company;Anna Pedret; Sergio Rossi, Joan Ramon Triadó, Rosa Navarro Durán, Carme Narváez, Myriam Ferreira Fernández, Raquel Gallego, Ginevra Mariani, Concha Herrero,Fernando R. de la Flor, Helmut C.Jacobs, Inmaculada Socias Batet, Eva March, Ana Ávila, Isabel Cervera, Isabel Valverde, María Bolaños, Francisco Jarauta (autores/as). ................................................................................................................................................................... PRÓLOGO «OFRENDA A CERES» En no demasiadas ocasiones a lo largo de la historía del arte se ha representado la escena de la Ofrenda a Ceres. Podría parecer, por tanto, caprichoso utilizar la referencia a este episodio mitológico pata encabezat el prólogo de un homenaje a un historiador del arte. No obstante, la imagen de hombres y mujeres ofreciendo sus dones a la divinidad de las cosechas encarna, como pocas, el significado del libro que el lector tiene entre las manos: una compilación de estudios a través de los cuales sus autores muestran su gratirud, su singular tributo, a Joan Sureda. La diosa romana encarna también el paso de las estaciones, el ciclo de la vida, y su alusión se nos antoja casi insustituible para apelar a lo que simboliza, para un profesor universitario, la finalización de su compromiso institucional. Pero Joan Sureda es más que un historiador del arte en las aulas de la universidad. Si los cuernos de la abundancia de las Ceres inmortalizadas en lienzos y mármoles exhiben frutos exuberantes, los de Joan Sureda, nuestro Ceres particular, derrochan diversidad de intereses y una curiosidad insaciable. Autor de centenares de publicaciones, editor, comisario de exposiciones y diirector del Museu d'Art de Catalunya entre 1986 y 1991, sus empresas destilan, por encima de todo, el saber de un humanista. Asumiendo su máxima de esquivar subjetividades, no nos corresponde a nosotras escrutarlas, el lector las hallará recopiladas-a cargo de Adela Laborda- en las páginas que siguen a este prólogo. El amplio horizonte de Joan Sureda le ha convertido, también, en un nómada de la historia del arte, capaz de amar y transitar por los paisajes visuales del mundo medieval, moderno y contemporáneo. Y decimos mundo porque su concepción de la historia del arte no es aislada, no obedece a una disciplina de fronteras insalvables. Por este motivo, la naturaleza de los estudios que configuran el presente volumen no es monolítica. Sus autores - como hacen los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos en la Ofrenda a Ceres del fresco vasariano del Palacio A1toviti de Roma o en el lienzo de Jordaens del Museo de Prado-- se aproximan a «Ceres» desde su particularidad. Una particularidad que ha permitido, sin embargo, agrupar los trabajos en cinco apartados, cada uno de los cuales dedicado a un eje temático abordado por Joan Sureda en algún momento de su trayectoria; por este motivo, los títulos de los mismos son un préstamo suyo. El primer apartado «La pintura, un arte», está formado por cinco estudios que desvelan novedades iconográficas o de autoría sobre las pinturas o ciclos pictóricos tratados. Así, si el trabaj o de Montserrat Pagés disipa algunas dudas sobre las diferentes fases de ejecución de las pinturas románicas de la iglesia de Santa María de Taüll, relacionando el segundo momento de intervención con la adscripción de la iglesia al obispado de Urgell, Rocío Sánchez , de manera casi paralela, plantea nuevas hipótesis sobre la genealogía y formación de los autores que llevaron a cabo las pinturas originales del Pórtico de la Gloria, los mismos pintores que, procedentes de Winchester, elaboraron algunas miniaturas del cartulario conocído como TumboA. Emma Liaño -todavía en el mundo medieval, aunque más tardio--descubre un ciclo pictórico inédito conservado en Ca I'Ardi aca de Tarragona. Unas pinturas de un marcado carácter naturalista cuya ejecución la autora relaciona con el círculo de Matteo Giovannetti, indicando una sugerente conexión con el mundo gótico de Aviñón. Realizada siglos después, concretamente a principios del XIX y en este caso para un a residencia particular barcelonesa, la serie de pinturas dedicadas al martirio de santa Eulalia es la que centra la atención del estudio de Francesc Quílez. Su autor es el pintor de origen francés Josep Bernat F1augier, cuyo proceso creativo Quílez reconstruye al analizar los dibujos, los esbozos y las versiones conservadas de algunos de los plafones que configuran el conjunto. El primer apartado se cierra con una aportación técnica sobre la reciente atribución que Ximo Company y Anna Pedret han hecho de un desnudo femenino inédito de la década de los treinta del pasado siglo, un lienzo que ha pasado a formar parte del catálogo del pintor catalán Joaquim Sunyer. En el apartado «La imagen del personaje». los autores reflexionan sobre la cuestión de la identidad, en lo que atañe tanto a la representación pictórica de la figura humana como a la índagación y a la revelación de la autoría o de la comitencia artística. Al primer ámbito pertenecen los ensayos de Sergio Rossi, Joan Ramon Triadó y Rosa Navarro. Rossi se interroga sobre el significado de la duplicidad de algunos rostros que se evidencia en determinadas obras de Jacopo Pontormo, avanzando lecturas de carácter autobiográfico en algunas de ellas. También de la duplicidad de la imagen se ocupa Joan Ramon Triadó en un texto que recapacita sobre el protagonismo que han tenido los espejos en las representaciones pictóricas de época moderna y, de manera particular, sobre los diversos usos -alegóricos, moralizantes, de construcción espacial- que en ellas han desarrollado. Por su parte, Rosa Navarro recopila ejemplos de obras literarias del Siglo de Oro español en las que la pintura de retrato desempeña un papel fundamental dentro de la trama, demostrando las posibilidades narrativas que poseen tanto las palabras como las imágenes, y plantea, así, un nuevo ejercicio del género clásico del paragone. En lo que concierne a la segunda sección de este apartado, la de la imagen del autor o del comitente que se perfila detrás de la obra, Carrne Narváez especula sobre el alcance que pudo tener la actuación de Antoni Carbonell -el más reputado tracista catalán del siglo XVl- en las intervenciones arquitectónicas llevadas a cabo en el palacio barcelonés de la familia Requesens. •Los mundos de Gay» reúne los estudios dedicados al pintor aragonés más universal y a los artistas coetáneos que se desenvolvieron en entornos paralelos. De uno de ellos en concreto, Domingo Álvarez Enciso, se ocupan Myriam Ferreira y Raquel Gallego.La primera nos introduce en la etapa de formación del artista, frecuentador de los mismos círculos romanos en los que se movía tanto el de Fuendetodos como otros pensionados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ferreira nos presenta la actividad previa a su viaje a Roma, desarrollada en Madrid en el entorno de los pintores de la corte, así como la que llevó a cabo después en la Ciudad Eterna y, finalmente, en Cádiz hasta la fecha de su muerte. El taccuino que Álvarez Enciso elaboró durante su estancia en R oma es el eje que vertebra la aportación de Raquel Gallego, quien intenta establecer qué obras romanas en concreto y qué artistas en particular fueron objeto del interés del pintor y de sus ejercicios dibujísticos; una práctica destinada a moldear su estilo en base a las recomendaciones académicas. La sección dedicada a los artistas del mundo goyesco contiene, también , un estudio dedicado a Piranesi. El ambicioso proyecto de catalogación de las planchas del artista, que se está llevando a cabo en el Istituto Centrale per la Grafica de Roma, lo explica pormenorizadamente en su contribución Ginevra Mariani, su directora. Y ya centrándose en la personalidad artística de Goya, el texto de Concha Herrero nos lo muestra en su faceta de cartonista, iniciada en Madrid a su vuelta de Italia y determinante para su acercamiento a los circulas cortesanos. La autora, además, nos guía en el proceso de ejecución seguido por el artista en la confección de los cartones y enfatiza la modernidad de los planteamientos temáticos, cromáticos y luminicos que hicieron del pintor un referente en el ámbito de la tapicería dieciochesca. Los estudios de Fernando Rodríguez de la Flor y Helmut Jacobs, por su parte, evocan escenarios literarios y musicales que, bien inspiraron la obra de Gaya, bien fueron inspirados por el artista, contagiado, como dice el primero de los autores, ' por un «sentimiento crepuscular, agudo, desengañado, inteligente y, naturalmente, sutil» que se hace perfectamente visible en La familia del infante don Luis. Jacobs desgrana algunos de los principales episodios de la novela Goya o La calle del desengaño, en la cual su autor, el escritor alemán Lion Feuchtwanger, deseoso de reconstruir con gran fidelidad histórica la época en la que vivió el artista, esboza cinco escenas en las que el fandango y el bolero tenían un papel protagonista. A través de la música y el baile descritos por Feuchrwanger, Helmut Jacobs nos transporta a una parte del universo goyesco. Museos y coleccionistas: estos son los conceptos alrededor de los cuales giran los estudios que integran el apartado cuarto, «Por amor al arte». De los segundos se ocupa Imma Socias, quien se refiere especialmente a la colección reunida por el político catalán Francesc Cambó, una de las más importantes de la España contemporánea. Socias da a conocer la ubicación de las obras que la formaban - y el precio por las que estaban aseguradas- cuando se encontraban en la residencia particular de Cambó en Barcelona. Eva March y Ana Ávila, por su parte, abordan el coleccionismo público y lo hacen desde perspectivas diferentes: mientras que la primera descubre los modelos internacionales que inspiraron algunas de las iniciativas implementadas en el Museu d'Art de Catalunya durante el primer tercio del siglo xx, la segunda aúna, gracias a los relatos de Ramón Gómez de la Serna, la literatura y el mundo de los museos - ya sean reales o imaginarios. «El hombre se asoma al paisaje» da titulo al último apartado del libro. Un paisaje que se somete a escrutinio en un sentido amplio: desde un punto de vista representativo, como objeto de análisis y de discusión, y también como espacio, como territorio transitado. El primero de los supuestos se corresponde al estudio de Isabel Cervera, quien interpreta y descodifica la naturaleza contenida en Paisaje al estilo de Dachi, una obra de finales del siglo xv que es utilizada por su autor, el poeta y calígrafo --además de pintor -Shen Zhou , para rendir homenaje a uno de sus maestros. En el estudio de Isabel Valverde el paisaje es, sobre todo, confrontación, la que mantuvieron Stendhal y Étienne-Jean Delécluze en las páginas de la prensa francesa al defender o vilipendiar algunos de los paisajes expuestos en el Salón de 1824.A los paisajes vividos, y no a los pintados, se refieren tanto María Bolaños como Francisco Jarauta, dos autores que reflexionan sobre el viaje entendido como «hecho de civilización». Por este motivo, en los itinerarios desvelados por Bolaños no solamente tienen cabida los nombres de los artistas menos sedentarios de la historia del arte - Bellini, Durero o Rubens- o las rutas más frecuentadas - entre las que el Grand Tour ocuparía un lugar de honor -, sino que también encuentran su espacio las andaduras por Europa de Mozart o el viaje al Oeste americano de Aby Warburg. ]arauta , por último, hilvana un itinerario muy personal para explicar la resemantización del viaje desde el siglo XVIII. Guiado por inmejorables cicerones –desde Winckelmann a Paul KJee, pasando por Montaigne, Lessing o Goethe--,]arauta navega en entre dos mares. entre los viajes del arte y los de la vida, entre los desplazamientos físicos y el viaje como metáfora. La consecución de este volumen. que ofrecemos a Joan en señal de nuestra estima, como respuesta a las innumerables ocasiones en que sus comentarios han alimentado nuestras curiosidades. ha sido posible gracias a la generosidad de sus autores. A todos ellos. nuestro agradecimiento más sincero. Las páginas que siguen constituyen. pues, un tributo al profesor, al maestro, al amigo y al sabio, que lo es no (solo) por cobijar sabiduría, sino por haberla compartido. Por todo ello, gracias. Joan, EVA MARCH y CARME NARVÁEZ Barcelona, septiembre de 2019