Barcelona: Planeta, 1995.
Dos epitafios, en sendas tumbas reales, abren y cierran la España gótica; una carta escrita por un secretario real la define. Las dos tumbas reales se hallan en tierras que habían sido corazón del Al-Andalus y lo fueron y lo son de Andalucia; el secretario que escribió la carta lo era de un rey de la Corona de Aragón.Tras el retablo mayor de la catedral de Sevilla, el mayor de la cristiandad, siendo su adorno, según palabras del ilustrado Ceán Bermudez "el más rico, el más menudo y prolijo que se conoce del género gótico" se abre la Capilla Real, panteón de un rey Sabio, Alfonso X y de un rey Santo, Fernando III. La urna de plata que contiene el cuerpo incorrupto del rey que conquisto Sevilla a los musulmanes se halla frente el altar y en la base en que descansa se leen cuatro inscripciones: una en árabe, una latín , una hebreo y una castellano. El cincel que las labró utiliza distintos caracteres, pero en todas las inscripciones debía haber inmortalizado la misma laude del rey Fernando. No fue así. La iglesia se expresó y al hacerlo expresó la verdad en la lengua culta, en la lengua de los clérigos, en latín; la Iglesia, expreso en lenguas vulgares, el castellano, el árabe, en hebreo aquello que podían leer ,y no todas, las gentes del vulgo de las tres castas que formaban la Castilla, la España, de la época. HIC IACET ILLUSTRISSIMUS REX FERRANDUS CASTELLE EL TOLETI LEGIONIS GALLIZIE SIBILLIE CORDUBE MURCIE ET IAEN QUI TOTAM HISPANIAM CONQUISIVIT FIDELISSIMUS VERACISSIMUS CONSTANTISSIMUS IUSTISSIMUS STRENIUSSIMUS DECENTISSIMUS LIBERALISSIMUS PACIENTISSIMUS PIISSIMUS HUMILLIMUS IN TIMORE ET SERVICIO DEI EFFICACISSIMUS QUICONTRIVIT ET EXTERMINAVIT PENITUS HOSTIUM SUORUM PROTERVIAM QUI SUBLIMAVIT ET EXALTAVIT OMNES AMICOS SUOS QUI CIVITATEM HISPALENSEM QUE CAPUT EST ET METROPOLIS TOCIUS HISPANIAE DE MANIBUS ERIPUIT PAGANORUM ET CULTUI RESTITUIT CHRISTIANO UBI SOLVENS NATURE DEBITUM AD DOMINUM TRANSMIGRAVIT ULTIMA DIE MAII ANNO AB INCARNATIOMNE DOMINI MILLESSIMO DUECENTESSIMO QUINQUAGESSIMO II En este epitafio en latín, al rey Santo se le loa por haber exterminado y machacado la desverguenza, el impudor de sus enemigos, de los musulmanes de las ciudades, entre ellas Sevilla, que habia conquistado; se le loa por haber arrebatado tales ciudades del poder de los musulmanes y por haberles restituido el culto cristiano. En los otros epitaficios, el castellano, el hebreo y el árabe, el rey, el más apuesto, el más esforzado, el más verdadero, el más generoso, el más sabio de los reyes, vence también a sus enemigos, los destruye, pero no los extirmina ni los machaca [–]. (Joan Sureda, del Prólogo).